18.5.16

La albada aragonesa que no pudo ser. De momento, pues CHA no se calla

Que cada cual asuma su responsabilidad. El ofrecimiento ilusionante de CHA para conformar una coalición aragonesa para el Senado, fue leal, de buena fe, pensando única y exclusivamente en Aragón y en sus ciudadanas y ciudadanos, pero, la poca altura de miras de algunos partidos políticos o, su dependencia de Madrid, ha hecho que fracasara el intento.

Después de la intervención de más de cien voces en su máximo órgano entre Asambleyas (Congreso), cuestión no baladí, el partido decidió intentar todo lo posible para que la confluencia de todas las fuerzas de izquierdas del país, arrebatará al Partido Popular su mayoría en el Senado, lo que llegado el caso, eliminaría una mayoría de bloqueo ante las reformas constitucionales que se avecinan, reformas que van a implicar una nueva estructura del Estado y donde Aragón se juega mucho.

Desde CHA únicamente se pedía generosidad, ámbito aragonés de decisión y respeto entre las diferentes fuerzas componentes de ese espectro, algo que no se ha querido comprender por determinados partidos que, sin demostrar la más mínima voluntad negociadora, desde el primer momento han propuesto determinadas condiciones, sabedores de la dificultad de aceptación por parte de otros miembros de la Mesa de Negociación.

CHA ha conseguido un hecho histórico, una foto de unidad que ojalá hubiera dado lugar a un Pacto del Entendimiento, a una Albada Aragonesa, pactos como los que en Aragón sabemos hacer, los llevamos en el ADN, es nuestra forma de estar.
En política no existen soluciones perfectas, ni buenas, ni malas en sí mismas, su valoración tiene que ir en función de lo útiles que puedan ser a la sociedad.  La visión deformada de la realidad, que en ocasiones los cómicos se pueden permitir, no puede aplicarse a la política con mayúsculas.  Las decisiones deben ser tomadas en función de los intereses del pueblo y nunca a sus espaldas.  Si bien, algunos parece que no han comprendido que pasear por el callejón del Gato, no necesariamente nos debiera convertir en risibles figuras esperpénticas con su asociado reflejo. La ficción que se construye para reafirmar la propia existencia debilita a la política y su noble función.  

Estamos en una nueva época. Entre todos tenemos que ganar un nuevo tiempo propiciado por la actitud activa de unas nuevas generaciones que han tenido determinación y han dado un salto hacia delante, y si no somos todos los partidos políticos capaces de ver por dónde discurre el sentir de la ciudadanía, no habremos sabido comprender la mirada ilusionada de quien todavía cree en la política.

Es curiosa la nueva situación, de repente, hemos visto cómo ha cambiado la terminología al uso entre algunos que se decían “nueva política”, pero de viejos usos. Han cambiado “empoderamiento ciudadano” por el puesto que uno u otro debe ocupar en la lista electoral, sea a jornada completa o partida; “emergencia social” por sorpasso; “los de arriba y los de abajo” por derecha e izquierda,  y así un largo etcétera como ejemplos de un engaño planificado y estudiado de impostura que no puede sino traer desilusión a la ciudadanía.

Aragón, país centenario y en lucha constante por su supervivencia, debe tomar conciencia que ante la ebullición de las fuerzas centrípetas, algunas de nuevo cuño, pero con viejos ideales territoriales, no debería haber dejado pasar esta gran oportunidad, si de lo que se trataba era de desalojar a la derecha de una posición mayoritaria en la Cámara Alta.

No obstante, a pesar de los acontecimientos o precisamente por haber sucedido, y de la miopía política demostrada por algunos, CHA seguirá comprometida en intentar defender y luchar por toda la esencia inmaterial de lo nuestro y  por el presente y el futuro real de cada una y cada uno de los que conforman este territorio, desde las instituciones, desde el Gobierno de Aragón, con nuestro Presidente y Consejero José Luis Soro a la cabeza y, también desde la calle, para que el día a día de todas y todos sea un poco más llevadero, más feliz si cabe.  Humildemente…

Antonio Angulo Borque