1.9.14

Esperaré a que se apague la luz. Pero quedan ya pocas ganas

Se nos acaba el verano, se nos agostan las tardes, también en Zaragoza y sobre el Ebro empiezan aparecer los tonos amarillos del otoño, lentamente invadiendo la luz del verano que se queda corta. 

Volverán las tardes anochecidas y los problemas pendientes, volverán en pocos meses las promesas incumplidas y los engaños políticos de todos los que prometerán el futuro maravilloso para intentar obtener sillones y despachos. Pero mucho me temo que esta vez será distinto. 

Creo que además este curso político será el último de mi andadura municipal. Agotado por no haber hecho nada, cansado de lo que encuentro, cabreado por algunas respuestas y sobre todo por excesivas barajas escondidas para que yo no las pueda ver. Ser de la oposición cansa mucho más que ser del gobierno, haciendo muchísimo menos. Esperaré a que se apague la luz.