7.7.15

Fundación de Zaragoza Caesaraugusta según Emilio Gil Murillo

De esta obra del pintor Emilio Gil Murillo tenemos pocas notas. Que el citado artista estaba becado por el Ayuntamiento de Zaragoza desde mitad del año 1892 hasta mitad del año 1896 y que en su periodo final pintó esta obra titulada “Origen y fundación de Zaragoza” realizada en su taller de Roma. Sabemos que recibían los becados una cantidad de 1.625 pesetas anuales como ayudas a pensión y estudios para artistas jóvenes que fueran pobres. Y que antes de Emilio Gil fue el artista Gascón de Gotor quien pudo disfrutar de esta ayuda.

En esta obra podemos ver la idea de la fundación de Caesaraugusta según los ritos romanos de los que se tenía constancia en el siglo XIX. Se consultaba a los dioses sobre el lugar elegido, se trazaban unas líneas con un arado de bronce tirado por una ternera y un toro o unos bueyes. Se sabe que en el punto central de las dos líneas que formaban las calles principales se realizaban ofrendas y se enterraban los presentes como recuerdo a modo de la actual “primer piedra” y que se trazaba la línea exterior de la ciudad, dicen que hasta desfallecer los bueyes de cansancio. Entrañas de animales que se dedicaban a los dioses eran enterrados en esa zona que se cubría con una gran losa cuadrada sobre la que se ponía un fuego sobre un altar en el que se celebraban ceremonias en algunos momentos del año.

Este punto central se encontraría en Zaragoza —más o menos— en el lugar donde ahora se encuentra la Iglesia de la Santa Cruz. Allí se enterraron tierras que se traían desde los lugares donde habían nacido los habitantes de la nueva ciudad además de los estandarte militares en el caso —como Caesaraugusta— que fueran nuevas ciudades que se creaban como asentamiento de tropas eméritas o jubiladas de las guerras. Curiosamente el cruce de las dos calles, el Cardo y el Decúmanus, era una cruz entre las dos calles máximas. Una cruz, un cruce. Y así se sigue llamando la iglesia católica que está sobre ese punto.