5.10.15

El Pabellón de Deportes es un arma arrojadiza

Sabido es que hasta ahora la nueva corporación municipal de Zaragoza si de algo está destacando por el momento es en ir a su bola, entendiendo que en su forma unilateral  de gobernar rompen moldes, quizás por ese subidón al tomar la responsabilidad  de gobierno en nuestro ayuntamiento, más cuando  alguno nunca se había  visto en ese trance.

Pero los populares, veteranos en el oficio opositor van más allá. Ahora no se limitan a votar en contra en los plenos, también los judicializan en los tribunales. Y aquí estamos, con el culebrón del rótulo que dé nombre definitivo al Pabellón donde se juega al baloncesto.

Después de presentar estos opositores un recurso contencioso-administrativo para mantener el nombre, llega de inmediato la respuesta del juez titular paralizando de forma cautelar el cambio. Y ahí emerge la figura de Eloy Suárez, recordándome al personaje imaginario del escritor Arthur Conan, SherlocK Holmes, en su minuciosa investigación de cómo se produjeron los hechos y todo el proceso minuto a minuto, desde que llega el fax hasta la paralización de los trabajos.

La otra parte, Santisteve, que algo sabrá de juicios, se extraña en la rápida respuesta del juez. Lo que debería ser algo de menor trascendencia como un cambio de nombre se ha convertido en algo político de monárquicos contra republicanos, ensombreciendo la figura principal de Jose Luis Abos.

La ciudadanía en su inmensa mayoría permanece atónita, viendo el pulso si son galgos o podencos entre gobierno y esa parte de la oposición, observando que los problemas que atañen a los zaragozanos de una forma directa, siguen esperando resolución.

Menos polémica tuvo el cambio de nombre de la avenida de Ranillas por el de José Atarés. Y me pareció correcto. Atarés desde la oposición colaboró activamente en esa transformación de esa parte de la ciudad. Dar el nombre a calle, plaza o instalación deportiva debería  ser al que le ha dado vida con su trabajo, así que, señor Suárez. Aplíquese el cuento.

Daniel Gallardo