26.5.16

Veinte notas sobre el turismo en Aragón

1.  El Turismo es una vieja actividad  y así podemos considerar, por ejemplo, un incipiente “turismo de negocios” el desarrollo desde el Neolítico de lugares de intercambio de bienes –especialmente en las zonas de contacto de los valles con las montañas- o de rutas comerciales; recordemos –por otra parte- las guías de viaje de la Grecia Clásica, las lápidas votivas con relación a la realización de viajes encontradas en Itálica; las peregrinaciones a Delfos, Olimpia y Dodona, el Camino de Santiago o los primeros viajes a balnearios, de los que encontramos algunos ejemplos en nuestras comarcas, tanto en la Comunidad de Calatayud, Alto Gállego/Sarrablo-Val de Tena, como en la Jacetania/Viello Aragón donde ya desde los romanos existió una estación termal que dio nombre a una localidad (Tiermas, topónimo procedente de “Thermae”) balneario que estuvo activo desde la Antigüedad hasta el siglo pasado en que el pueblo y el balneario fueron expropiados y abandonados para la construcción del embalse de Yesa.

2.  A pesar de los precedentes “turísticos” señalados, la conciencia de la existencia de esta actividad entendida como realización de viajes por motivos recreativos, culturales o placenteros es mucho más reciente, como lo muestra el hecho de que la palabra turista, para designar a quien realiza ese tipo de viajes, no aparece hasta fines del siglo XVIII en la Gran Bretaña (como derivación del substantivo “tour”) siendo registrada por primera vez en 1800 en “The Shorter Oxford English Dictionary”. La aparición de la palabra “turismo” data de 1811.

3.  El turismo, de ser una actividad muy minoritaria, ligada, por un lado, a aspectos prioritariamente curativos (piénsese en las estancias de los hermanos Bécquer en el Monasterio de Nuestra Señora de Veruela o de Chopin en Valldemosa) y, por otro y en no pocas ocasiones, a la aventura o al descubrimiento y descripción de indómitos parajes (entre los autores que adoptaron en el siglo pasado el modelo científico positivista, y para conocimiento del mismo, es muy destacable la aportación de Alexander von Humboldt) ha pasado a una actividad mayoritaria que mueve un gran número de personas que entienden el turismo de maneras muy diferentes (desde el conocimiento de otras culturas o de otros lugares al “dolce non far niente”), lo que supone que se haya convertido en una actividad económica de enorme importancia, sobre todo en algunos países como el nuestro que recibe más turistas que habitantes tiene el propio país.

4.  A lo largo del siglo XIX, la aristocracia y la alta burguesía comienzan a hacer viajes recreativos con motivos culturales o de placer y sientan las bases del turismo moderno.

5.  Por lo que se refiere a Aragón, durante el siglo XIX, los escritores románticos buscaron el contraste para satisfacer su curiosidad y reafirmar su propia identidad frente a otros pueblos (el siglo XIX es un siglo de auge de ideas nacionalistas). Estos viajes tuvieron una impronta positiva, las impresiones de estos primeros viajeros del siglo XIX, no siempre fieles a la realidad y que pueblan la literatura del momento, suponen el inicio del interés de Aragón fuera de sus fronteras, es el inicio del pirineismo y los viajes de los románticos, fundamentalmente franceses, por Aragón; si bien, por otro lado, no podemos dejar de apuntar que fueron en algunas ocasiones origen de los más lamentables tópicos tan dañinos para nuestra imagen exterior, como –entre nosotros- la figura del baturrismo, que de tanto éxito posterior gozó y tan devastadoras consecuencias ha tenido en nuestra cultura y que aún en la actualidad daña gravemente nuestra imagen exterior en no pocas ocasiones e incomprensiblemente alentado desde sectores del propio Aragón.

6.  La primera promoción turística hecha desde Aragón surge con la aparición de las Exposiciones Internacionales –ya en el siglo XX-, siendo pionera la Exposición Hispano-Francesa celebrada en Zaragoza en 1908 (Sevilla o Barcelona no realizaron exposiciones internacionales análogas hasta 1929). La imagen exterior del Estado trataba de ligarse a la idea de un territorio industrializado y moderno.

7.  Posteriormente, y ya tras el Plan de Estabilización (1959), resurge una cierta promoción turística si bien basada en un turismo de masas, con un fuerte componente de especulación urbanística y degradación del medio ambiente, centrado casi exclusivamente en la costa, por lo que Aragón quedó fuera del desarrollo turístico estatal. Ni la oferta ni la demanda eran demasiado exigentes, se trataba de un turismo masivo sin ningún interés cultural o de conocimiento de nuestra propia historia, de nuestra realidad o de nuestro patrimonio natural. Es un modelo de desarrollo (y no sólo turístico) que todavía y, desgraciadamente, no ha sido superado del todo.

8.  En la actualidad, con el incremento de la formación de la población, su mayor preocupación cultural y su interés por el patrimonio histórico, cultural y natural ha cambiado el perfil del turista, que ya no busca sólo las denominadas “tres eses” (“sun, sand, sea” o “Sonne, Strand, See”, según se trate de un turismo angloparlante o germanoparlante) sino que se siente atraído por la riqueza patrimonial y ecológica en la que Aragón tiene enormes potencialidades futuras.

9.  El turismo es una compleja realidad (existen varios tipos de turismo) y ello hace que tenga una serie de interrelaciones con distintas disciplinas.

10. Una de las actividades más relacionadas con el turismo es la cultura y el patrimonio histórico y cultural, concepto de difícil definición, a pesar de ser un concepto relativamente joven; actualmente se tiende a entender por el mismo un concepto amplio incluyendo todos los elementos, materiales o inmateriales, donde un determinado grupo reconoce sus señas de identidad, entre los cuales, la lengua no es la menor.

11. Hay una estrecha relación entre el turismo y el patrimonio histórico, cultural y natural y su conservación, dentro de un proceso, de largo alcance, de ampliación del concepto de “patrimonio”, que se inicia en el Renacimiento Italiano con la consideración como tal y con el nacimiento de la conciencia de la necesidad de la conservación de lo legado por el mundo clásico, hasta la consideración como patrimonio de las obras medievales, renacentistas y barrocas a partir del viaje que Goethe hizo a Italia en 1789 y que se va ampliando considerando como parte integrante del patrimonio otros elementos como el patrimonio inmaterial, y –dentro de él- la lengua. Dada la estrecha relación existente en la actualidad entre el turismo y la conservación del patrimonio, es preciso que la actividad desarrollada en torno a la protección y la promoción del patrimonio histórico, cultural y natural esté conectada con la actividad turística, para optimizar las inversiones en ambos campos y ofertar un paquete turístico completo y de calidad.

12. Podemos afirmar que el turismo ha asignado funciones económicas al patrimonio, pasando éste a ser casi un objeto de consumo, fácilmente accesible y capaz de generar sorpresa, placer y experiencias. El turismo ha contribuido a integrar el patrimonio en el universo económico, provocando modificaciones en el sistema de protección y puesta en valor del mismo, llegando a ser considerada su conservación como una inversión en infraestructura, al igual que la construcción de un aeropuerto o de una carretera.

13. En el patrimonio histórico y cultural descansa, en ocasiones, la imagen y atractivo de un país, tanto la oferta permanente (museos, patrimonio) que alcanza el mayor exponente si está integrada en los conjuntos histórico-artísticos, como la relacionada con eventos y manifestaciones temporales (espectáculos, exposiciones, temporadas de teatro, música, festivales), tanto la material (bienes inmuebles) como la inmaterial (la lengua). Ambas vertientes deben de estar integradas y estrechamente interrelacionadas.

14. En definitiva, la puesta en valor del patrimonio y la cultura para su aprovechamiento turístico supone un valor añadido para la recuperación ambiental y la creación de imagen diferenciada del área que corresponda para responder a la demanda de un segmento de mercado con unas perspectivas muy favorables, como es el turismo urbano, el cultural y el natural, que es el propio de nuestras comarcas.

15. En el siglo XXI, el turista busca experiencias únicas y lugares singulares. El turista cada vez más busca la alteridad. Busca lo que no tiene. La experiencia, la singularidad y la autenticidad son claves para un destino y allí la lengua juega un papel fundamental.

16. En un mundo cada vez más globalizado, la lengua ayuda a singularizar una oferta turística, a crear un icono.

17. En el caso del estado español, cualifica la oferta y ayuda a posicionarla. El turista español distingue, erróneamente, entre Comunidades Autónomas con lengua propia (las históricas, las que ofrecen singularidad) y las que no (las que carecen de historia y son homogéneas). Evidentemente, es una simplificación y una falsedad, pero desde el punto de vista promocional, la lengua ayuda a difundir una Comunidad Autónoma y posicionarla en el mercado.

18. A nivel internacional, permite dar una imagen de pluralidad, ningún país europeo, excepto Islandia, es monolingüe, tampoco lo es Estados Unidos o Canadá, por lo tanto, ese turista potencial entiende perfectamente como lógico la pluralidad lingüística y la valora como un elemento patrimonial más.

19. Finalmente, hay un turismo, cuyo número es directamente proporcional con el número de hablantes de la lengua que se trate. Así es masivo en el caso del inglés, importante en el francés y el castellano y minoritario en el caso de lenguas menos habladas, como el aragonés, que tiene que ver con el conocimiento de las lenguas en el lugar donde se hablan. En el caso del aragonés, recordemos la filiación románica y latina de nuestra lengua, que nos emparenta con varias lenguas hermanas, habladas por millones de habitantes al norte del Mare Nostrum.

20. Por lo tanto, y como conclusión, el desarrollo y dignificación de la lengua aragonesa es, también, una oportunidad para el turismo, mayor cuanto mayor sea su visibilidad en todo Aragón, mayor cuanto menor sea su carácter testimonial, costumbrista o meramente folclórico.

Jorge Marqueta Escuer