23.9.17

Aragonesxs: Gustav Leonhart en Daroca


 Nunca había hablado del Festival de Daroca de Música Antigua porque no soy músico. Pero como amante de las ideas brillantes, baratas y económicas de desarrollo rural, el festival es mi acto favorito en Aragón.
Al que sí he asistido como público, es un anverso a Pirineos Sur por la especialización musical de que trata. Cada año, maestros y discípulos de toda Europa conviven en este municipio con quien tanto pega y que tanto disfrutó en su día de esa música antigua en forma de música sacra.
El impulso y la cantera generada por el maestro González Uriol, goyesco músico que tanto ha disfrutado en los órganos de Agüero y de Berdún, también es el causante del éxito de que el Festival haya llegado a su edición número 39. Los Músicos de Su Alteza, el Festival Camino de Santiago… parten de una inequívoca base. Y han supuesto por qué no decirlo que determinados músicos muy especializados se queden a vivir y creen desde Aragón.
Tiene tanto prestigio y contribuye tanto a la imagen positiva del Aragón musical esta iniciativa que empieza a suceder como en Pirineos Sur, que los grandes maestros por su especial ambiente bajan su caché para participar del evento. Llevándose esa imagen a cambio de un lugar y un país al que volver para siempre, al que siempre estarán invitados.
Casa Leonhart en Singel, Amsterdam. No podía vivir más que en este bellísimo edificio del renacimiento holandés, arquitectura de ladrillo como la de Zaragoza. Abajo, contrapunto darocense, Ciudad Sefarad.

El holandés Gustav Leonhart me atrevo a decir que apreciaría especialmente este paisaje reseco, judío y sefardí con cintas de verde huerta. Esa Jerusalén aragonesa que es Daroca. Rodeada de colinas de marrones y verdes caquis, tan alejadas al paisaje acuoso y lacustre holandés que tanto me gusta pintado por Vermeer.
En esa Daroca casi del Greco tocó varias veces Gustav Leonhart a Juan Sebastián Bach a toda hostia, dejando un recuerdo imborrable de su particular sentido de la metronimia. Su obsesión permanente y por eso metía niños en los coros en algunas voces, era un calvinismo llevado a sus últimas consecuencias: la revisión de la música barroca en la búsqueda de una autenticidad interpretativa semejante a la reforma luterana. Pureza sin concesiones, en el aire acuchillado de Daroca sonaba si cabe más elevada su música.
Sus grabaciones con Harnoncourt son verdaderas joyas para los que amamos ese espacio y momento musicales, los Países Bajos de los Austrias cuyas escaramuzas protagonizan los folletines de Pérez Reverte.
La Holanda y Flandes del judío Espinoza, de los enormes Rubens y Vermeer, la generadora de ingenieros de diques que pensaron el Canal de Castilla y avanzaron el embrión del Imperial de Aragón.
Daroca, el páramo desértico más cercano a Holanda, a escasos 1.300 kilómetros. Pero tan emparentada con Fez o con Kairuan, más que con Breda o con Utrecht.
Murió el aragonés Gustav Leonhart en 2012, que sepáis que en la Colegiata de Daroca alguna piedra sillar o algún arco de los que componen su bóveda estrellada, la erigida sobre la Mezquita Mayor, todavía están tensados por la improbable y alucinante velocidad de ejecución del maestro.
07/09 Luis Iribarren